Su función es permitir un contacto adecuado por adherencia y fricción con el pavimento, posibilitando el arranque, el frenado y la guía y amortiguar la marcha de un vehículo absorbiendo el efecto de las pequeñas irregularidades que tenga el camino. Se recomienda su cambio cada 80.000 KM o 4 años, El kilometraje recorrido no es el único factor determinante para definir cuándo cambiar una llanta se debe verificar su estado físico, que no tenga grietas, huecos o deformaciones.